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VAN DER POEL EMBALÓ EN BÉLGICA. MIRÁ EL VIDEO DE LA DEFINICIÓN.

Se estrechaban la mano esta mañana en Roeselare los dos campeones del mundo en vigencia que se habían citado en esta A Través de Flandes. Uno, vestido con el maillot arcoíris que lo distingue del resto, salía del Museo del Ciclismo donde había dejado uno de esos jerseys que tan orgullosamente pasea de aquí para allá y que, en última estancia, es el gran culpable de que el próximo domingo, con casi 39 años, vaya a debutar, al fin, en el día más sagrado de este deporte. El otro, Señor del invierno, no llevaba, ni siquiera, las mangas decoradas con el multicolor al que tiene derecho. Su ambición sin límite no se conforma con medias tintas. Sabe, como lo sabemos todos, que algún día será el quien se enfunde el jersey con fondo blanco que hoy lleva su interlocutor.

Se batieron esos mismos dos campeones del mundo durante varias horas camino de Waregem donde, once subidas más tarde, tenía que terminar la carrera. Y sus caminos, como sus ciclismos, se volvieron a separar como corresponde a dos generaciones separadas por 14 años. Valverde, que coló a uno de sus Movistar en la fuga del día, se limitó a hacer lo que debía: mantenerse apartado de los problemas, afinar las piernas tras una Volta a Catalunya complicada y pegarse algún que otro calentón de prueba de cara a la cita dominical. Van der Poel, que corre sin apenas compañeros de equipo de calidad y maldita sea la poca falta que le hacen, hacía lo que no debía: gastar fuerzas allá donde nada se gana y todo se pierde y, como sólo los jóvenes sin dos dedos de frente pueden hacer, desarbolar las defensas de los grandes favoritos allá donde nadie se lo espera.

Sí, hubo fuga del día, condenada al fracaso, claro. Y sí, hubo un protagonista inesperado. Emergió, casi de la nada, Nelson Oliveira (Movistar), el portugués infiltrado en la escapada que se sintió como nunca y acabó como siempre –al menos, en estas pruebas– acaban las aventuras de los ibéricos. Por haber, hubo hasta una nueva reivindicación por parte de Iván García Cortina (Bahrain-Merida), que supo leer perfectamente que el suicida movimiento de Van der Poel a 60 kilómetros de meta era cualquier cosa menos un suicidio.

El asturiano buscó la rueda del campeón neerlandés, pero cuando desde el pelotón respondieron algunos de los mejores especialistas del momento, como Tiesj Benoot (Lotto-Soudal), Bob Jungels (Deceuninck-Quick Step) o Anthony Turgis (Direct Energie) perdió un grupo que, en realidad, se componía únicamente de cuatro espectadores de excepción ante el espectáculo del quinto elemento. Por delante resistían Lukas Pöstlberger (Bora-Hansgrohe) y Oliveira, que se quedó fuera de juego, como ocurre en ocasiones en estas carreras que tanto castigan el error o la simple mala suerte, por un pinchazo inoportuno.

Al final, todo quedó reducido a lo mismo a lo que tantísimas veces hemos asistido durante el invierno: saber cuándo iba a sentenciar las cosas Van der Poel. Elegante como pocos sobre su bicicleta, con la que baila como Fred Astaire hacía con Ginger Rogers, el neerlandés, enfundado en la tricolor de su país, avanzaba fuerte, seguro y bello hacia Waregem donde pudo con el acelerón de Jungels y donde aprovechó el ataque de Turgis para, en un movimiento de tanta superioridad que rozó lo obsceno, ponerse a su rueda y ganar el sprint pedaleando a una mano antes de levantar los brazos como señal de su primer triunfo World Tour en su segundo intento. ¿Próxima estación? Un Monumento.

https://twitter.com/i/status/1113451089259630593

Info: Ciclo 21

Clasificaciones CompletasA travers la Flandre (1.UWT)

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