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SAGAN SE QUEDÓ CON LA PARÍS-ROUBAIX

El eslovaco Peter Sagan (Bora-hansgrohe), de 28 años, tres veces seguidas campeón del mundo, ciclista mediático por encima de cualquier otro contemporáneo, ha ganado la París-Roubaix este domingo en el velódromo de Roubaix. Venció al sprint a su compañero de fuga, el impresionante campeón suizo Silvan Dillier (Ag2r La Mondiale), de 27 años.

El tercero del podio, Niki Terpstra (Quick Step), ha sido en este caso el primer perdedor, no tanto por él mismo, que también, sino por la fuerza descomunal de su equipo, desaprovechada en un momento de duda. El neerlandés, vencedor el domingo anterior del Tour de Flandes, no vio peligro en el ataque de Sagan a 55 kilómetros de la meta. La carrera hasta entonces había sido un tranquilo paseo para él, sin responder a ninguna de las aceleraciones de sus rivales, como Philippe Gilbert, Zdenek Stybar, ambos del Quick Step, o Greg Van Avermaet y alguno de sus compañeros del BMC.

Evidentemente, Sagan es un peligro. Y dejarle un puñado de segundos de ventaja antes de superar adoquines importantes como el de Mons-en-Pévèle -donde se decantó casi definitivamente la carrera- es un suicidio deportivo si acumulas el potencial del equipo belga.Revisen el vídeo de la etapa del Giro de Italia que ganó el suizo Dillier el año pasado, en Terme Luigiane y comprenderán a quien estamos admirando tras su fantástica Roubaix.

Avisó con claridad de sus condiciones en una escapada y derrotó al esprint a un clasicómano, Jesper Stuyven, un año más joven (hoy quinto en el grupo perseguidor). Esta vez, Dillier no pudo con Sagan, palabras mayores, pero desplegó toda su calidad en la escapada surgida hacia el kilómetro 30 y aguantó hasta el final las sacudidas de Sagan en el pavés. Colaborando con él de tú a tú.

Lo primero que hizo Sagan después de celebrar su triunfo fue extender la mano y felicitar a Dillier. Y darle las gracias. Fueron una gran pareja desde que Sagan llegó a la escapada, donde aún resistía el belga Jelle Wallays (Lotto Soudal), hasta la llegada al velódromo.

En la escapada, antes de la exhibición del gran hombre del arcoíris, se introdujo con habilidad Marc Soler (Movistar Team). El ganador de la última París-Niza vino a aprender y es el mejor alumno que cualquier profesor desea enseñar. Se dio el lujazo de pasar en cabeza de carrera, al frente de la fuga, el mítico bosque de Arenberg y hacia el kilómetro 180 cedió. Se acopló a Zdenek Stybar (Quick Step), que venía persiguiendo, y cuando se vio superado por todos, físicamente destruido y moralmente contento, abandonó.

Peter Sagan pareció que había pensado durante toda la temporada este ataque. Que sus momentos de inacción en los dos anteriores ‘monumentos’, San Remo y Flandes, supusieron una especie de parada biológica previa a la captura de este gran pez, la París-Roubaix. «Tengo que hallar la manera de anular la fuerza del Quick Step, su táctica que nos impidió hacer nada en Flandes», dijo en la víspera. «La mejor defensa es un ataque», añadió. Así lo hizo y lo bordó.

Cuando decidió dar el paso adelante, los hombres del Quick Step, que enseñoreaban su superioridad numérica en el grupo de favoritos y habían filtrado en emboscadas a Gilbert y Stybar, se quedaron perplejos, mirando a los demás cuando atacaba el campeón del mundo. A Sagan sobraron capacidades físicas para dar esta sonora campanada. «Ha sido la vez que he acabado más entero, menos cansado», reconocía un hombre a quien la Roubaix llevaba años dándole la espalda desconsideradamente. «No he sufrido averías, ni caídas y eso es determinante», explicó el primer corredor que gana la París-Roubaix vestido con el maillot arcoíris desde 1981.

Clasificaciones Completas 116ª París- Roubaix

Info y Foto: Marca

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