Que el Tour de Francia se pueda celebrar a partir del 29 de agosto y hasta el 20 de septiembre es un enorme estímulo para el pelotón ciclista que sufre el confinamiento por el coronavirus, pero esta ilusión choca con la opinión de expertos en epidemiología, e incluso con los puntos de vista de algunos corredores.
Mientras el Tour se acomoda en el calendario y el resto de carreras luchan por ello, el virus castiga al mundo entero y los expertos salen al paso sobre la idoneidad de celebrar un evento que mueve a miles de personas procedentes de todo el planeta. Riesgos de contagio y posible repunte de la enfermedad en esos meses son las razones principales.
Devi Sridhar, profesora y presidenta de Salud Pública Global en la Universidad de Edimburgo, fue categórica al afirmar que celebrar el Tour «podría ser un desastre y lo más inteligente sería cancelarlo»
«La organización del Tour tiene que sopesar los riesgos contra los beneficios. Miles de personas de todo el mundo, reunidas, moviéndose, de pueblo en pueblo, aquí es donde un virus podría prosperar, podría ser una receta para el desastre. Definitivamente existe el riesgo de que el Tour de Francia se celebre y propague involuntariamente el virus para iniciar un nuevo bloqueo».
La opinión de Sridhar está avalada por otra serie de expertos que se han pronunciado sobre el asunto. Benjamin Cowie, profesor de epidemiología de la Universidad de Melbourne, señala en Sporza que «si el Tour se celebra como habitualmente habrá serios problemas de salud al comienzo de la carrera en agosto».
El profesor de enfermedades infecciosas de la Universidad de Roma, Sefano D’Amelio, se refiere a la aglomeración de público en las carreteras del Tour de Francia, sobre todo en los puertos de montaña.
«Hemos visto la afluencia de público en subidas como el Izoard o el Tourmalet. Eso es completamente imposible. Además, es probable una segunda ola del virus, que será menos severa y llegará en septiembre u octubre. Eso coincide con el Tour y el Giro. Lo siento», apostilla D’Amelio.
Por último, para Dean Winslow, profesor de la Universidad de Stanford, está demostrado que «los ciclistas esparcen gotas contaminadas que alcanzan hasta 4 o 5 metros», lo que hace muy peligrosa la presencia de espectadores.
Info: Antena 2
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