Nada hay escrito sobre gustos, pero es difícil encontrar una estación del año en el que las Ardenas ofrezcan una imagen más bonita que en otoño. Ni la verde primavera, el soleado verano o el blanco invierno regalan imágenes tan policromáticas, con tantos matices de verdes y marrones, como el otoño de estos bosques donde se han librado algunas de las batallas decisivas de la historia reciente de la humanidad.
La pandemia de la COVID-19 ha trasladado a la Lieja-Bastoña-Lieja, la decana de las carreras ciclistas, disputada por primera vez en 1892, al mes de octubre y, por lo tanto, tomará prestado, aunque sólo sea por una vez –o eso esperamos todos– el sobrenombre de La Clásica de las hojas muertas de Il Lombardia, que en este extraño 2020 se disputó en pleno verano.
Además, si el clima se mantiene como en los últimos días –y las predicciones anticipan un auténtico día de perros–, podríamos asistir a una Lieja de las de antes, de aquellas en las que el cambio climático no había convertido la primavera centroeuropea en un verano adelantado. Una época que nos regaló las imágenes, no sólo en este Monumento, con las que tantos siguen asociando a las pruebas de un día.
Una sensación, si cabe, que se hará todavía más presente gracias al cambio de recorrido que ya introdujo la organización el pasado año, cuando decidió devolver la línea de meta a Lieja después de casi tres décadas –27 años exactamente– de arribadas en Ans. Una propuesta, que también supuso un nuevo y más importante rol para La Roche-aux-Faucons en detrimento de La Redoute, algo que sigue inmutable en esta 106ª edición.
Serán, por lo tanto, 257 kilómetros –uno menos que el Mundial de hace una semana– en los que, como dictan las normas de las pruebas en estos parajes, los corredores apenas encontrarán un metro llano y en el que el desgaste será, como cada año desde hace casi 130 años, clave en la resolución de la carrera.
Pese a que la prueba plantea un recorrido de ida y vuelta entre Lieja y Bastoña, el recorrido de ida, correspondiente a los primeros 100 kilómetros, resulta bastante más sencillo que el de regreso a las orillas del Mosa, donde se acumula la mayor parte de la dificultad como demuestra el hecho de que diez de las once subidas puntuables del día se concentren en ese segundo acto.
Nueve de esas ascensiones se sitúan ya dentro de los cien kilómetros finales, lo que hace impensable que en la Lieja-Bastoña-Lieja, como sí ocurre en la Flecha Valona, se pueda plantar en el pie de La-Roche-aux-Faucons, un grupo excesivamente numeroso. El mejor ejemplo de ello, entre otros muchos, lo encontramos en la edición del pasado año, cuando el trabajo de, sobre todo, Deceuninck-Quick Step reventó al pelotón en ese perfil de dientes de sierra que desemboca en el duro final.
Alaphilippe, de estreno
Ausente Jakob Fuglsang (Astana), ganador del pasado año que en este 2020 ha apostado por el Giro de Italia, Julian Alaphilippe (Deceuninck-Quick Step) estrenará en La Doyenne su maillot de campeón del mundo. El dulce momento de forma que atraviesa el corredor francés le convierte, además, en el máximo favorito al triunfo, aunque el desgaste acumulado del Tour de Francia y la lógica relajación que haya podido tener esta semana tras su éxito mundialista ponen algún signo de interrogación alrededor del potencial rendimiento de Joujou.
Algo parecido se podría decir de Marc Hirschi (Sunweb), la joven sensación de la temporada que tras su bronce mundialista sí estuvo en la Flecha Valona y aspira a convertirse en el octavo corredor en la historia en conquistar el doblete de las Ardenas tras Ferdi Kübler (1951 y 1952), Stan Ockers (1955), Moreno Argentin (1991), Davide Rebellin (2004), Alejandro Valverde, el único que lo ha hecho en tres ocasiones (2006, 2015 y 2017), Philippe Gilbert (2011) y, claro está, el de siempre, Eddy Merckx (1972).
A favor del suizo juega el que, a la vez, puede ser su talón de Aquiles: la juventud. Ganador de una etapa en el Tour, bronce en el Mundial y triunfador en el Muro de Huy, sus 22 añitos le colocan en ventaja sobre hombres como Alaphilippe en términos de resistencia, pero, a la vez, le restan esa veteranía que siempre se ha dicho tan necesaria –veremos si hasta en eso es capaz esta nueva generación de revolucionar el ciclismo– para aspirar a los Monumentos.
Woods y Cosnefroy, a seguir en racha
Un escalón por debajo del dúo franco-helvético podríamos situar a los dos hombres que completaron el podio esta misma semana en la Flecha Valona. Por un lado, Benoît Cosnefroy (Ag2r-La Mondiale) sigue con un golpe de pedal envidiable tras un Tour en el que ha sido protagonista. Su segunda plaza en una prueba, eso sí, muy distinta a la del domingo, le catapultan, claro está, a un estatus de favoritismo que sus dos apariciones anteriores en La Doyenne (DNF en 2018 y 45º en 2019) no le otorgan.
Como tantos otros, el corredor francés tiene a su favor ese gran estado de forma con el que ha salido del Tour y, a la vez, mantiene la duda sobre cuánto tiempo podrá ser capaz de alargarlo antes de que el cuerpo le grite basta.
Ese problema no lo tendrá Michael Woods (EF-Education First), que no estuvo en la Grande Boucle y que, por ahora, acumula únicamente 18 días de competición en un 2020 en el que el tercer puesto de la Flecha Valona es su mejor resultado, evidencia de que sus piernas están todavía en una línea de mejora que es difícil imaginar en los rivales ya mencionados.
A sus 33 años es, con diferencia, el más veterano entre ese cuarteto de máximos aspirantes (cicno años más que Alaphilippe, nueve más que Cosnefroy y once más que Hirschi), aunque en sus ocho años como profesional tampoco ha acumulado una enorme experiencia en la Lieja-Bastoña-Lieja (cuatro participaciones), una carrera en la que, eso sí, salvo por el abandono de su debut de 2016, siempre ha terminado en el top 10, llegando a subir al segundo escalón del podio en 2018 por detrás de Bob Jungels (Deceuninck-Quick Step), otro de esos corredores del Wolfpack que, aunque teóricamente al servicio de Alaphilippe, puede dinamitar la carrera en cualquier momento.
Pogačar, la revolución
Volvió a meterse en el top10 de una carrera en la Flecha Valona. Su talento está ya fuera de toda duda y Tadej Pogačar (UAE-Emirates), que el año pasado ya fue 18º en su debut, será otro de esos hombres muy a tener en cuenta en una carrera que se adapta a la perfección a su estilo de correr inconformista, ofensivo e impredecible.
Al esloveno, para el que ya no quedan adjetivos originales, le acompañará un Rui Costa siempre peligroso. Una dupla que, por sí sola, preocupará y mucho a otros conjuntos, sobre el papel, más potentes en el plano colectivo.
Tanto el ganador del Tour como el corredor portugués han demostrado que ellos no entienden de trenes y bloques y que, anárquicos cada uno a su manera, son capaces de sacar oro de un lecho aparentemente vacío.
Los outsiders
Como ocurre con tantísimas carreras este año, las predicciones son muy difíciles, por no decir imposibles, así que la nómina de favoritos puede ser tan grande o tan pequeña como quiera verla cada uno. Fuera de los corredores antes nombrados existe una importante lista de hombres que podrían brillar con luz propia en esta Doyenne de las hojas muertas como son Michal Kwiatkowski (Ineos), que sigue en un buen momento tras el Tour y al que, por ahora, parece estar faltándole ese algo que le haga ganador; Adam Yates (Mitchelton-Scott), noveno en la Grande Boucle e inédito desde entonces; Primoz Roglič (Jumbo-Visma), uno de los hombres que parece en más claro declive tras el Tour, pero cuya calidad está fuera de toda duda o Guillaume Martin (Cofidis), que tiene la Vuelta a España en el horizonte, pero que ya se ha ganado el derecho a ser nombrado para todas las grandes citas.
Info: Ciclo 21
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