Ganador de dos etapas y la combatividad del Tour de Francia, además de 14 días con el amarillo sobre sus espaldas; ganador de la Strade Bianche, de la Milán-San Remo, de la Flecha Valona… El francés Julian Alaphilippe ha sido el hombre del 2019, de ahí su victoria en el Vélo d’Or, que distingue al mejor corredor de la temporada, por delante de Egan Bernal y Primoz Roglic.
El ciclista del Deceuninck-Quick Step logró un total de 12 triunfos en 2019. Todos de primer nivel, todos ante rivales de entidad y en todo tipo de condiciones y recorridos. Todo comenzó en San Juan, la carrera que descubrió en enero pasado gracias, en parte, a la insistencia de su entonces compañero Maximiliano Richeze para que conociera su país.
Como Julio César, veni, vidi, vici, llegó, vio y venció, porque no solo descubrió Argentina, San Juan y el ciclismo sudamericano en general, sino que se convirtió en uno de los grandes protagonistas de la carrera tras ganar dos etapas -Punta Negra y la contrarreloj de Pocito-, lucir dos días el jersey de líder y finalizar segundo de la general, a 35 segundos de Winner Anacona, el vencedor absoluto.
Fue el primer paso, el primer aviso, de lo que vendría luego: un recital, una temporada de ensueño, del corredor francés a lo largo de 2019. Por eso no ha dudado en comenzar nuevamente el 2020 en San Juan, su lugar fetiche, su talismán. «Tuve un excelente comienzo de temporada en Argentina», recuerda Julian. «Gané dos etapas en San Juan y terminé segundo de la general. Fue una semana increíble para mí y para mi equipo Deceuninck-Quick Step», que ganó también otra etapa con el colombiano Álvaro Hodeg,
Pero si cabe, por encima incluso de los resultados, Alaphilippe recuerda otra cosa, algo que no pasa desapercibido para nadie que conozca la Vuelta a San Juan: «La experiencia fue inolvidable por el calor y el apoyo que recibí de los aficionados. Por eso estoy feliz de comenzar otra vez la temporada en ese hermoso país, estoy ansioso por empezar la carrera y me esforzaré por hacerlo lo mejor que pueda».
Volcado en sus inicios con el ciclocross, especialidad en la que fue subcampeón del Mundo júnior en 2010 y después dos veces campeón de Francia sub 23, Alaphilippe se pasó a la carretera gracias al contrato que, en 2011, le ofreció el equipo Armèe de Terre. Atrás quedaban los días en los que, tras trabajar en una tienda de bicicletas, se entrenaba por las noches guiado por los faros del coche de su padre.
A los 27 años, Alaphilippe aún no ha tocado techo y su palmarés, con 30 victorias, empieza a llamar la atención por sus victorias en clásicas -Flecha Valona, Clásica de San Sebastián, Strade Bianche, Milán-San Remo-, vueltas por etapas -California, Gran Bretaña y Eslovaquia- y, muy especialmente, en el Tour de Francia, en el que fue en 2019 el gran protagonista y en el que ya suma cuatro etapas, la montaña de 2018 y la combatividad de 2019.
Este año, el francés del Deceuninck-Quick Step quiere doblar la apuesta con el Tour de Flandes, su nuevo aunque ni mucho menos único objetivo de la temporada. En San Juan estará acompañado por Remco Evenepoel y Álvaro Hodeg, entre otros. ¡Equipazo!
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